El paludismo afecta actualmente a más seres humanos que nunca. Es endémico en 106 países y amenaza a la población mundial. Este año la malaria la padecerán 500 millones de personas, morirán un millón, la mayoría menores de 5 años, y casi todos ellos en África.
El Plasmodium falciparum es el parásito culpable de esta enfermedad. Se encuentra alojado en las glándulas salivales de la hembra del mosquito Anopheles. Desde la picadura del mosquito hasta que aparecen los síntomas de la malaria pasan quince días, en este tiempo los parásitos palúdicos han ido invadiendo lentamente las células hasta llegar a los hematíes y, a través de la sangre, invadir todo el organismo. Los primeros síntomas son jaqueca y dolores musculares, a continuación vendrá la fiebre alta acompañada de temblores, sudación, mucho frío o mucho calor. Si las células infectadas llegan al cerebro puede producirse un paludismo cerebral y la muerte. El 90% de las muertes por malaria se producen en el África Subsahariana.

El primer medicamento eficaz contra la malaria lo descubrieron los misioneros jesuitas en los actuales Perú y Ecuador en el siglo XVII, es la corteza del árbol de la quina conocida como quinina. La quinina tiene un periodo de actuación muy corto y provoca importantes efectos secundarios. Este fue el único medicamento utilizado hasta que en la década de 1940 se descubrió la cloroquina, que junto con el DDT (insecticida descubierto también en la misma época), fueron las armas que la OMS usó contra la malaria en el denominado Programa Mundial de Erradicación de la Malaria (1955). Aunque parezca increíble no se aplicó en África.
Este Plan tuvo grandes éxitos pero fue suspendido en 1969 por falta de fondos. Esta actuación trajo dos problemas: el uso masivo del DDT, el cual fue prohibido, y la resistencia del parásito a la cloroquina. Esta resistencia a los medicamentos antipalúdicos es uno de los grandes problemas en la lucha contra el paludismo.
Se están dedicando millones de dólares a la investigación de una vacuna eficaz o de un medicamento definitivo. La artemisina puede ser la nueva esperanza. La artemisa es una planta con los mismos poderes curativos que la quinina pero con casi ningún efecto secundario. Algunos países africanos están llevando a cabo programas de prevención con dos armas: el uso de las mosquiteras impregnadas en insecticida y la fumigación controlada en las casas con DDT. El uso de las mosquiteras reduce a la mitad contraer la malaria.
Actualmente la vacuna contra la malaria parece cerca, el científico colombiano-español Manuel Elkin Patarroyo dio a conocer en julio de 2016 su nueva vacuna denominada Colfavac. Ya en los años 80 Patarroyo había conseguido una vacuna pero solo protegía un 30%. La donó a la Organización Mundial de la Salud pensando que así llegaría gratis a toda la población, pero desgraciadamente no fue así. La OMS está controlada por los intereses de las industrias farmacéuticas y le bloquearon el proyecto. Desgraciadamente hasta con la salud de la humanidad es el dinero quien manda. La investigación de esta vacuna ha sido financiada por España y Colombia y será probada en seres humanos de África Occidental y América del Sur. Los ensayos clínicos se harán en colaboración con la Fundación Canaria para el Control de Enfermedades Tropicales. El doctor Manuel Patarroyo quiere que su vacuna se distribuya gratis por eso esta vez no la donará a la OMS. La distribución gratuita será financiada por un grupo de filántropos que donarán su dinero por un gran bien a la humanidad.
Esta nueva vacuna abre una nueva puerta a la curación de la enfermedad.
El paludismo es la enfermedad de África y de más de medio mundo, pero la subida de las temperaturas con el cambio climático puede extender la enfermedad a otras latitudes y, en el futuro, puede que afecte también a Europa.
Gerardo J. Cámara. |